domingo, 6 de marzo de 2011

HISTORIA DEL CARNAVAL DE CÁDIZ – 3ª PARTE

Los carnavales continuaron en el siglo XIX y se celebraron incluso durante el asedio francés y el reinado de Fernando VII. Otro de los intentos por prohibir los carnavales, fue el bando municipal del 20 de febrero de 1816 en el que se prohíbe de manera total la celebración de las fiestas carnavalescas, pero esta medida no tuvo ningún éxito.

En el Carnaval gaditano de principios del XIX, vemos ya caracteres que permanecen hoy: vemos como la plaza de la Constitución (hoy de San Antonio) y la calle Ancha son los lugares centrales de la fiesta popular. Y desde la concreción de la fiesta, dos celebraciones destacan: los bailes de máscaras en el teatro y en casas particulares y los grupos de gentes que disfrazadas recorrían las calles cantando. En estos grupos de cantores podemos ver un precedente muy concreto de las actuales agrupaciones carnavalescas que reciben influencias también de los grupos de gentes de color que en las fechas de Navidad recorrían las calles de Cádiz, entonando villancicos, así como de los ritmos de América.



La calle Nueva, la plaza de San Juan de Dios, los alrededores del mercado Central, la calle de la Rosa. eran otros tantos lugares de aglomeraciones generalizada.

A finales del pasado siglo y comienzos del actual se adquiere la costumbre de realizar el recorrido de estas calles en coche : las “landeus”, “breks”, “milords”, “sociables”, “jardineras”... recorrían un itinerario que pronto dio en llamarse “el paseo de carruajes”, y que estaba comprendido por las calles Alonso el Sabio, San Juan, Desamparados, Libertad, Callejones Cardoso, el Corralón, la Rosa, San Rafael, Fragela (Plaza del Falla), Hercúles, Mentidero, Veedor, Plaza de San Antonio, Cánovas del Castillo, San José, Plaza de Mina, Tinte, Plaza de San Francisco, Nueva, Plaza de San Juan de Dios. Los carruajes se detenían en las múltiples tiendas de vinos que aparecían en el camino, de donde los chicucos acercaban cañeros de manzanilla.

Estos caracteres no significan en ningún caso que el Carnaval estuviese institucionalizado. Si bien es cierto que a mediados del pasado siglo encontramos referencias de las máscaras, disfraces y domingo de Piñata; también es cierto que el Ayuntamiento no reconocía el Carnaval como una fiesta propia.


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